No es momento de rendirnos.

No es momento de rendirnos.

A veces, me despierto con esa sensación de que el mundo se está desmoronando un poco más con cada amanecer. Las noticias son una carga, como si cada palabra fuera un peso que arrastra hacia abajo. Muertes, desastres, gobiernos tambaleantes… la vida parece a menudo un constante recordatorio de nuestra fragilidad. Todo esto sucede en un vaivén de días que no siempre entendemos, donde lo inesperado se convierte en lo cotidiano y nos deja sin aliento. Y llega un momento en el que el caos se nos cuela tan adentro que comenzamos a preguntarnos: ¿Para qué seguir soñando? Porque, en serio, ¿vale la pena?

Hay días en los que me digo que sí, pero en otros la esperanza tambalea, y siento que me caigo junto con ella. Siento que nuestros sueños se convierten en estas islas lejanas, perdidas entre el ruido de un mundo en crisis. Es como si cada sueño que alguna vez tejimos se estuviera disolviendo en este mar de incertidumbre. Pero aquí estoy, escribiendo porque creo que en esta tormenta necesitamos abrazarnos a nuestros sueños más que nunca, como si fueran las luces de un faro en la distancia, guiándonos, recordándonos lo que somos en nuestra esencia.

No se trata de un romanticismo vacío ni de un optimismo forzado. No. Yo hablo de esa lucha silenciosa, de esa guerra interna que cada una de nosotras libra día a día. Hablo de la resistencia que nos pide, aunque sea con las últimas fuerzas, que sigamos creyendo en aquello que nos mueve el alma, en lo que realmente queremos lograr. Porque, aunque parezca que el mundo conspira para convencernos de lo contrario, los sueños son la única rebelión que nunca nadie nos puede arrebatar. Son nuestros, y lo más humano que tenemos.

En tiempos como estos, nosotras somos nuestro propio refugio. No es que ignore el dolor o la dificultad, porque sé que están ahí, y sé que no es fácil, que duele como no imaginas, que incluso te hace cuestionarte quién eres y qué tanto puedes soportar. Pero entre todo esto, en el caos, he encontrado algo que me sigue impulsando: saber que todavía tenemos la libertad de soñar. Aunque nos cueste creerlo, el simple hecho de imaginar algo mejor, de aspirar a algo más, es una victoria. Porque en este mundo donde parece que todo está fuera de control, tener el control sobre nuestros propios sueños es un acto de revolución personal.

No te voy a decir que soñar nos salvará del dolor o de los problemas. Sería mentirte. Pero sí, creo que soñar, aferrarse a eso que queremos ser o lograr, nos da la fuerza para caminar en la oscuridad. Nos recuerda que, aunque el mundo se caiga a pedazos, nosotras seguimos en pie, luchando, resistiendo, creando nuestra propia luz. Cada sueño es una semilla, y si hoy logramos sembrarla en medio de este desierto, quizás mañana tengamos un pequeño oasis en el cual refugiarnos.

Cada mañana, aun con miedo, decidimos levantarnos y mirar más allá de la tormenta. Y aunque el mundo nos pida que bajemos los brazos, hoy es cuando más necesitamos seguir soñando.

Los quiere,

Laura,


Leave a comment

This site is protected by hCaptcha and the hCaptcha Privacy Policy and Terms of Service apply.


You may also like View all

Antídoto contra la xenofobia "empatía"
Antídoto contra la xenofobia "empatía"
Gratitud por un nuevo comienzo
Gratitud por un nuevo comienzo
Las casualidades que no son casuales.
Las casualidades que no son casuales.