Los ojos del otro

Los ojos del otro

      No se puede detener la vida, no puedo sostenerla en mis manos. No puedo ni siquiera, decirle, espera, que este momento me está matando.

      No intento cambiar lo que no podemos cambiar, la partida, la huida, la desaparición de nuestros cuerpos, la sonrisa perdida, las miradas que callan, las cervezas a un lado de la cama.

     No logro saber, si tu, vida, eres así para hacernos entrar en razón, el sonido de su voz me jodió, me enseñó que no puedo atajarte, que eres así, que estás en el aire, que no vives aquí, que no sé dónde estás. Así que vida, jodida vida, me abriste en dos para mostrarme que me iré de este plano hermoso, que sólo me llevaré la risa de mis amigos, la guitarra de fondo, y el vino como siempre, el vino.

     Me haces llorarte, como un bebé cuando le quitas un chocolate, me haces tocarme para confirmar mi vida, me haces sangrarte para construir un mundo a través de la palabra, me haces hacer de todo y aún así vida, no logro por nada del mundo, atajarte.

      Que jodida, que curioso, que anomalía lo que vivimos, que la vida es vida, y que según dicen, somos nosotros, pero que putada, que no puedo encontrarte.

       Creí verte vida, cuando vi los ojos del otro, y me iré pensando que la vida no soy yo, que la vida no se agarra de la mano, que la vida es vida y punto y que quizás, a veces, no lo sé, la encontrarás al otro lado de la mesa.


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