Nunca Pierdas la Fe - La fuerza más grande que tiene la vida.

Nunca Pierdas la Fe - La fuerza más grande que tiene la vida.

        Indistintamente de la latitud geográfica, todos hemos escuchado teorías sobre un encuentro divino con nuestros seres queridos en el jardín del edén cristiano, o el Yanna islámico, el Reino de Yama descrito en el hinduismo, la reencarnación budista, o el comúnmente llamado cielo. Todos hacen referencia a algún paraíso post mortem o a otra dimensión y confían en un ciclo de vida infinito. ¿Acaso no son teorías maravillosas? Vivir fiados de que somos infinitos en creación indistintamente de nuestras creencias. Esto nos ayuda a sopesar la incertidumbre de la muerte y encontrar el balance entre nuestras almas, aligerar el dolor de una pérdida, ayudar a encontrar sentido a nuestra existencia y sembrar la esperanza a la raza humana.

      Pobre hombre aquel que aún con riquezas materiales, no posee amor al prójimo. Debemos ejercitar nuestra fe y educar nuestras creencias. En otras palabras, fue necesaria la fe para creer algo que estaba y está fuera de nuestro entendimiento –el futuro–. Podemos acordar que indistintamente de nuestros credos, llegará el punto en que nuestros dogmas mantendrán el anhelo de un futuro, o incluso, un paraíso mejor.

       Debemos aprender a existir en medio del caos pues hay que entender que hay que utilizar el caos de excusa o tomarlo como musa; evolucionar a pesar de las heridas y en lugar de huir, enfrentar las situaciones indeseadas de la vida, entender que puedes rendirte y quedarte donde estas o puedes ser valiente y decidir a dónde vas.

       ¿Que está pasando realmente en este mundo, en la naturaleza y el hombre? Yo estoy convencida que desde Macanillas hasta París, Nueva York, Londres, Bombay, Teherán, Chiapas y Budapest cualquier hombre común se dará cuenta de que hay una crisis del hombre y la naturaleza. Estamos locos, nos están volviendo locos.

    Siempre he sentido que la educación es el arma del futuro, pero en el umbral del próximo milenio pleno de oportunidades, entraremos como una aldea de marginales poblados de más miseria humana, física, intelectual, social o por el contrario, uniremos energías para construir el país sobre la base de sus potencialidades. No es una abstracción de la realidad, se trata de visualizar el futuro con todos sus riesgos y adelantar un proyecto coherente que exprese estrategias en educación, salud, fomento industrial, Tecnologia básica, agricultura, cultura y todo ello en armonía con la utopía de una nueva civilización. Ello connota el desterrar “vicios perversos, la corrupción, la pobreza, el desnivel social, el hambre y todos esos males que han dañado el país y así sembrar en sus hombres y mujeres la fuerza y la pasión necesaria para arropar la esperanza de vivir, frente al caos, la debacle y la desolación.

        Algunos tenemos que huir para enfrentar un mundo e intentar transformarlo. Otros huyen para destruirlo todo ¿qué otra cosa puede hacerse cuando se es prisionera de esta manera de vivir, que es un constante prepararse a morir? Pero no, hay que empezar de nuevo. Nunca es tarde par aprender a ser feliz y jugar a ser libres por encima de todos los encierros, de las paredes gigantes que nos ocultan el cielo, que nos apartan de los árboles y la tierra virgen. Estamos nosotros y nuestra voluntad de vivir. Hay que derrumbar las paredes y la oscuridad que nos han dejado. Hay por encima de todo, ser original y de nuevo volver a SOÑAR porque los sueños son siempre un hermoso viaje.

       Entendiendo que en la vida siempre hay pequeñas batallas que combatir, es importante entender que la fe aún siendo alimentada de un conocimiento no solo intelectual sino emocional y espiritual que sirve como pilar de convicción para confiar plenamente en nuestras creencias, también lo es que el acto de creer necesita responder primero: ¿Qué creer? En otras palabras, antes del verbo, debe existir el objeto, divino o no, intangible o no, en el cual nosotros vayamos a creer. Es por esto que la búsqueda de respuestas que se desprende a raíz del caos vivido no es tarea fácil. Cada individuo deberá entrenar su valentía para enfrentar con esperanza las vicisitudes que nos presente la vida, nutrirse de conocimientos para formular sus creencias, y por último educar su fe, aquella que le permitirá culminar el viaje en aceptación y esperanza.

 

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